Diosa que personifica la fertilidad de las las playas y el mar. La Pincoya y su marido, el Pincoy son seres muy alegres. Generalmente frecuentan los parajes solitarios de la costa y roqueríos de las ensenadas. La Pincoya como hembra es de extraordinaria belleza, sensual y de abundante cabellera dorada que le cubre totalmente la espalda. Cuando el canto del Pincoy la atrae, baila desnuda a la orilla del mar, moviendo con lentitud sus caderas, sus brazos se elevan al cielo y agita sus manos en busca de las estrellas; su danza es tan sensual como ella misma. Cuando baila mirando hacia los cerros, habrá escasez de mariscos y peces; en cambio, si lo hace mirando hacia el mar, augura abundancia de productos; al terminar su baile, recorrerá las playas sembrando mariscos y sus canales se repletarán de peces. Cuando los pescadores pescan con mucha frecuencia en un mismo lugar, la Pincoya se enoja y abandona aquellos lugares, los que luego quedan estériles.
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